Durante su vida Nicolás Copérnico, observó en el viejo mundo grandes cambios culturales. Y se dice que el mismo día de su muerte vio impresa la primera copia de su libro revolutionibus orbium coelestium (Sobre las revoluciones de los orbes celestes), que nos ofrecería un nuevo universo.
Copérnico tuvo mucho cuidado en afirmar que su propuesta de un sistema heliocéntrico, (dejando que la Tierra y los restantes planetas girasen alrededor de un Sol fijo) no era una nueva idea, sino sancionada por algunas autoridades de la Antigüedad.
Las primeras ideas de Copérnico pueden encontrarse en un breve estudio llamado Commentariolus que él escribió; Comenzaba atacando el ecuante (El ecuante era un punto cerca del centro de la órbita del planeta en el cual, si uno se paraba allí y miraba, el centro del epiciclo del planeta parecería que se moviera a la misma velocidad) de Ptolomeo:
“...las teorías planetarias de Ptolomeo y otros muchos astrónomos, aunque consistentes con los datos numéricos, parecen... presentar no pocas dificultades. Pues estas teorías no son adecuadas a no ser que se introduzcan los ecuantes, y entonces aparece que un planeta no se mueve con velocidad uniforme ni sobre su circulo ni alrededor del centro de su epiciclo. Un sistema tal, no parece ser ni suficientemente absoluto, ni muy aceptable.
“Consciente de tales defectos, comencé a considerar si podría encontrar una disposición de círculos mas razonable y de la cual pudieran deducirse las aparentes desigualdades y todo se moviese uniformemente alrededor de un centro propio.”
“...las teorías planetarias de Ptolomeo y otros muchos astrónomos, aunque consistentes con los datos numéricos, parecen... presentar no pocas dificultades. Pues estas teorías no son adecuadas a no ser que se introduzcan los ecuantes, y entonces aparece que un planeta no se mueve con velocidad uniforme ni sobre su circulo ni alrededor del centro de su epiciclo. Un sistema tal, no parece ser ni suficientemente absoluto, ni muy aceptable.
“Consciente de tales defectos, comencé a considerar si podría encontrar una disposición de círculos mas razonable y de la cual pudieran deducirse las aparentes desigualdades y todo se moviese uniformemente alrededor de un centro propio.”
Copérnico arguyó, entonces, que situando el Sol y no la Tierra en el centro podía construirse un sistema mas razonable de círculos. Mas tarde escribiría en su libro que esta idea la había encontrado leyendo los clásicos:"...de acuerdo con Cicerón, Nicetas mantenía que la Tierra se movía... de acuerdo con Plutarco, muchos otros (incluyendo a Aristarco) también habían mantenido la misma opinión... cuando concebí por ellos la posibilidad de que esto fuera así, comencé a meditar sobre el movimiento de la Tierra."
Así, en esencia, Copérnico probó lo que Aristarco no había podido hacer: que el movimiento de los cuerpos celestes, tal como entonces se conocía, podría representarse por una combinación de movimientos circulares uniformes en un sistema centrado en el Sol. Todos los planetas, incluyendo ahora la Tierra, podían representarse moviéndose en esferas concéntricas y un número relativamente corto de pequeños epiciclos (modelo geométrico ideado para explicar las variaciones de velocidad y dirección del movimiento aparente de la luna y los planetas.) y excéntricos, necesarios para dar cuenta de los detalles mas finos del movimiento. La ventaja más obvia del sistema heliocéntrico es la de ofrecer una explicación mucho más natural del movimiento retrógrado de los planetas.
Como Copérnico explicaba en el Commentariolus:
“esto ocurre en razón al movimiento no sólo del planeta, sino también de la Tierra, que cambia de posición en el gran circulo (su órbita alrededor del Sol). Pues como la Tierra se mueve más rápidamente que el planeta, la visual dirigida hacia el firmamento retrocede y la tierra neutraliza con exceso el movimiento del planeta. Esta regresión es mas notable cuando la Tierra está más próxima al planeta.”
“esto ocurre en razón al movimiento no sólo del planeta, sino también de la Tierra, que cambia de posición en el gran circulo (su órbita alrededor del Sol). Pues como la Tierra se mueve más rápidamente que el planeta, la visual dirigida hacia el firmamento retrocede y la tierra neutraliza con exceso el movimiento del planeta. Esta regresión es mas notable cuando la Tierra está más próxima al planeta.”
Sin embargo, la Tierra tiene dos movimientos distintos en el sistema de Copérnico: gira alrededor de su propio eje, y se mueve alrededor del Sol. Esto no solo simplifica la explicación de los movimientos planetarios, sino que permite aceptar que la esfera exterior de las estrellas fijas permanece en reposo.
Copérnico escribió:
“Por tanto, es la opinión común que el firmamento posee diversos movimientos según una ley no entendida suficientemente. Sin embargo, el movimiento de la Tierra puede explicar todos estos cambios de un modo menos sorprendente.”(Commentariolus, traducción de Rosen, Págs. 64 – 65).
“Por tanto, es la opinión común que el firmamento posee diversos movimientos según una ley no entendida suficientemente. Sin embargo, el movimiento de la Tierra puede explicar todos estos cambios de un modo menos sorprendente.”(Commentariolus, traducción de Rosen, Págs. 64 – 65).
Aunque Copérnico no realizó ninguna mejora importante sobre el sistema geocéntrico, en su teoría de precesión de los equinoccios, un historiador de las ciencias arguye que su intento de tratar este problema fue el que le llevó a descubrir los detalles del sistema heliocéntrico.
Más tarde, al dedicar su libro Acerca de las revoluciones del mundo celeste, al Papa Paulo III, Copérnico sugirió que sus resultados podían servir de alguna ayuda a la “comunidad eclesiástica” en conexión con el problema del calendario. El sistema de Copérnico fue usado, en efecto, en los cálculos astronómicos que sirvieron de base al calendario Gregoriano (introducido por el Papa Gregorio XIII en 1582).
Copérnico destacaba que el sistema heliocéntrico proporcionaba un modelo único, según el cual todos los planetas se ajustaban en una forma definida, en contraste con el sistema de Ptolomeo, que requería una construcción esencial y separada para cada planeta. Por ejemplo, Copérnico encontró que su sistema ofrecía un ordenamiento de los planetas en función de su período orbital que estaba de acuerdo con el orden de los tamaños orbitales: “saturno, el primero de los planetas, que realiza su revolución en treinta años, es el más próximo a la primera esfera. Júpiter, que tarda en su revolución veinte años, el siguiente. Después viene Marte, cuya revolución se realiza en dos años. En cuarto lugar, en la serie, se encuentra la esfera que contiene la Tierra y la esfera de la Luna, que llevan a cabo una revolución en un año. El quinto lugar es el de Venus, cuyo periodo de revolución es de nueve meses. Y, finalmente, el sexto lugar, se encuentra Mercurio, cuyo periodo de revolución es de ochenta días.”
Conociendo que para la mayoría su trabajo parecería absurdo, “casi contrario a la inteligencia humana ordinaria”, Copérnico intento fortificarlo contra la critica anticipada del mismo, de los siguientes modos:
a)Intentando hacer razonable la afirmación de que sus hipótesis estaban de acuerdo con el dogma, al menos tanto como los de Ptolomeo.
b)Copérnico reunió suficiente material cuantitativo para desarrollar su libro matemáticamente de modo análogo al de Ptolomeo, y así calculó los radios y velocidades relativas de los distintos componentes de su sistema para construir con ellos tablas astronómicas.
c)Copérnico respondió con notable ingenio y éxito a algunas objeciones que estaba seguro harían a su sistema heliocéntrico. Por ejemplo: Al argumento de que la Tierra, al girar con gran rapidez sobre su propio eje, se pondría incandescente como un volante que gira demasiado deprisa, contestaba: “¿por qué no temen los defensores de la teoría geocéntrica que ocurra lo mismo a la esfera celeste en su rotación, mucho más de prisa a causa de su tamaño mayor?”.
Sin embargo, las esperanzas de Copérnico no se cumplieron rápidamente, pues paso más de un siglo hasta que la representación heliocéntrica tuviese una total aceptación por parte de los científicos. En primer lugar, el argumento relativo a la inmovilidad y posición central de la Tierra. A pesar de sus esfuerzos, en general, Copérnico no fue capaz de persuadir a sus lectores de que el sistema heliocéntrico estaba, al menos, tan próximo como el geocéntrico a la idea e intención de la divinidad. Además, Martín Lutero tachó a Copérnico de loco y hereje; y la Iglesia Católica Romana puso el libro de Copérnico en el “index librorum prohibitorum” como “falso y, además, opuesto a las Sagradas Escrituras”.
Otro argumento contra la astronomía de Copérnico en su tiempo fue que, aparte de su poderosa simplicidad, no ofrecía a los astrónomos contemporánea claras ventajas científicas sobre su astronomía geocéntrica.
Por supuesto, las ideas de Copérnico habían de triunfar con el tiempo.
Pero aparte de su triunfo histórico, la memoria de Copérnico se ha consagrado por dos razones de amplia significación cultural: En primer lugar, porque fue uno de aquellos gigantes de los siglos XV y XVI que desafiaron la imagen del mundo de su tiempo y con ello dieron vida a ideas nuevas y extrañas que, posteriormente, habían de desarrollarse en la ciencia tal como ahora la conocemos. En segundo lugar, porque su teoría fue la fuerza principal de la revolución intelectual que despertó al hombre de sus preocupaciones egocéntricas.
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